Las cañerías están torcidas, pero los horizontes comienzan a
ordenarse.
Es el fin justo y lógico de todo desastre, la interacción
entre lo humano y lo divino que vuelve a repetirse justo delante de mis
narices. Vuelvo a saltar sin paracaídas hacia un futuro que esconde algún
nenúfar que otro pero bastante más acelga primaria. Vuelvo a buscar el pomo de
una puerta en el lugar en el que debería haber una ventana por la que
contemplar las líneas maestras del presente inmediato, sin sal, sin vinagre,
sin pan.
Camino por una playa extraña, no me atrevo a mirar atrás
porque dejo dolor, incomprensión, vacío, desazón…libertad.
No puedo ser cadena atada a tus pies de por vida, no podría
respirar.
A mi lado mi sombra cada día me resulta más insoportable.