martes, 30 de noviembre de 2010

¿Nieva bien?

Ayer nevaba hacia arriba, os lo prometo.
Dejadme que me explique, el sitio donde aparco cada mañana es una explanada grande de suelo liso y rojo, que está recién pintado y es muy brillante; pues bien, ayer, como antes de empezar a nevar había lloviznado se creó una película reflectante de agua sobre la baldosa y cuando comenzó a nevar los copos se reflejaban en el agua y había dos nevadas, la habitual y otra…al revés, os parecerá una soberana estupidez pero me ha resultado uno de los espectáculos más curiosos que he visto en mi vida, estuve un rato contemplando la escena y después, para evitar que me confundieran con uno de los abundantes yonquis de la zona después de su chute diario, me monté en el coche y enfilé rumbo a casa con una extraña sonrisa en la cara. Hoy al despertarme lo primero de lo que me he acordado es que ayer nevaba al revés, es una maravilla, y he salido de casa preguntándome qué sorpresas me deparará el día…a lo mejor el mundo está al revés y la gente deja de ser egoísta, a lo mejor veo al padre y la hija que todas las tardes acaban a voces frente al trabajo dándose un abrazo y recordando por qué son inseparables, tengo la esperanza de recibir hoy una llamada que me diga que todo ha pasado, que las tormentas que se avecinan en mi familia han amainado y vuelve a nevar hacia abajo, quizás cuando pase por el INEM de camino a alguna visita me lo encuentre vacío, y lo más increíble, creo que hoy puede ser el día en que desterremos la bonita palabra “guachupino” de nuestros diccionarios.
Si ayer nevaba hacia arriba hoy voy a poner mi granito de arena para que vuelva a hacerlo, para poner el universo del revés y conseguir que en algún lugar, alguien, hoy, cambie de opinión.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Futbolerismo

Suerte y que gane el mejor.
Hoy se enfrentan dos estilos, dos filosofías, dos equipos antagónicos, y un solo deseo, la victoria.
El Madrid (este año conocido por el Madrid de Mourinho, por el sello innegable de carácter y raza que le aporta el portugués) llega a Barcelona pletórico, con unos números de escándalo, líder e invicto, con enorme pegada, muy sólido en defensa, y con un fútbol poco elaborado pero cruelmente eficaz, revisar las estadísticas nos traería a los culés muy malos augurios.
El Barça de este año parece que da menos miedo, o a lo mejor es que como el Madrid da más se reparten el sentimiento y la vara de medir es diferente, un equipo estructurado, sólido y con calidad en defensa, vertiginoso en las alas y destructivo en llegadas desde la segunda línea con el que, a mi parecer, es el mejor mediocampo del planeta..
Estos partidos, que se venden como los del siglo, al final casi nunca están a la altura de las expectativas y el miedo a perder suele atenazar la creatividad de los equipo, salvo en contadas ocasiones en los que la inspiración está por encima del buen hacer táctico.
Es un espectáculo único que paralizará, de nuevo, y aún siendo lunes, todo el país.
Yo, sinceramente con mi corazón azulgrana deseo, por este orden, que se vea un buen partido, que haya respeto entre las dos aficiones, y que gane EL MEJOR.
Parece de perogrullo pero no son cosas fáciles de conseguir, si se dieran las tres podría decir que he disfrutado por fin de ver uno de estos clásicos en paz, honor y justicia.


domingo, 28 de noviembre de 2010

Queridos reyes magos

Queridos reyes magos.

Este año no he sido nada bueno, por eso no os pido nada, no seré bueno, pero sí coherente.
Os pediría un poco más de alegría en el mundo, más risas, menos preocupaciones, incluso que acabara alguna que otra guerra, pero sé que no me lo vais a conceder.
Siendo un poco más egoísta también me encantaría que mañana el Barça ganara al Madrid, pero me he enterado de que Baltasar es portugués y seguro que apoya a Mourinho.
Personalmente no me vendría mal un poco de ayuda con las mudanzas, que no os he visto por ninguna, y eso que he tenido bastantes, este año por supuesto también, seguro que esos camellos tienen bastante capacidad.
Para mi familia también pediría, si me hubiese portado mejor, más justicia, para mi madre grandes rutas en su nueva aventura de montañera, mis hermanas un poco más de amor y de atención que se lo merecen, al chache que encuentre el rumbo en el exilio y a mi padre que pudiese dejar de bailar, que parece el flautista de hamelín.
Para mis amigos os rogaría que les concedieseis uno sólo de sus deseos, el más sincero, el que les haga más felices, casa nueva, novia/o nueva/o, trabajo nuevo, o sea, todo nuevo.
Y para vosotros que sigáis tan majetes, repartiendo ilusión a todos por el mundo y carbón para los malos como yo.
Pero que no sea del dulce.
El otro al menos me sirve para calentar la casa.

Un abrazo.
Un republicano

jueves, 25 de noviembre de 2010

Cuéntame...

Cuéntame qué sabor de helado te gusta más, qué lado de la cama sueles elegir, si duermes de lado, o boca a bajo, o desnuda, explícame cómo eras de pequeña, cuáles eran tus sueños, cuáles son tus sueños y si puedo ayudarte a cumplirlos, susúrrame cada detalle de tus pensamientos, qué libros te han marcado, qué música escuchas y qué canción te hace perder la cabeza, si eres de fresa o de chocolate, a qué te dedicas, cómo es tu familia, cuántos hermanos tienes, qué te decía tu madre antes de salir en nochevieja, si te comes las uvas peladas, si eres de playa o de montaña o si has cruzado el charco, ¿rojo o azul?, cuál es tu comida preferida, ¿estores o cortinas? , si practicas algún deporte o si has vibrado con algún verso de Bécquer, háblame de ti todo el tiempo, deja que la noche se aclare mintiéndome, ¿facebook o tuenti? qué haces cuando llueve, ¿te gusta pasar horas acurrucada en el sofá?, dime como eran tus profesores, si en la clase te llamaban empollona o eras de la malotas, y mientras me lo cuentas vuelve a besarme, no escatimes abrazos, venga, que mañana puede que estemos sobrios, por cierto, ¿champán o cava?, de qué color te regalo las próximas rosas, porque habrá otras, lo presiento, dime si esta noche vas a elegir dormir sola, y si es así, ¿por qué prefieres equivocarte?, cuéntame si detestas los prejuicios y la hipocresía, dime si dejaste de buscar hace tiempo tu media naranja o si es real el brillo que emiten tus pupilas, pellízcame y recuérdame que sigo vivo, que hoy me ha tocado la lotería, hoy puedo pasar un rato a solas contigo, charlando, riendo, conociendo todo tu mundo en cuatro horas, sigue hablando, no pares, por favor, inúndame con ese timbre de voz que me ha partido por la mitad, y déjame que rellene tu copa de vino.
Ahora, preciosa, me toca hablar a mi.

hipocresía

Hipocresía
s f hipocresía [ipokɾe'sia] simulación de buenos sentimientos o ideas que generalmente se oponen a los que se sienten realmente

Quizás sea uno de los más profundos males de nuestra sociedad, siendo este país en el que vivimos la cuna de la avaricia y la envidia es normal que una de sus hijas más aventajadas, la hipocresía, campe a sus anchas.
Huyan de ella, no dejen que les atrape porque es una especie de enfermedad contagiosa, la definición del diccionario se queda corta, la hipocresía es mucho más, si escuchan bien la apreciarán en cualquier conversación en grupo, es como si fuese una manta cómoda y confortable que uno de los contertulios  se echa por encima de las piernas y que al instante todo el grupo quiere compartir, pero esa comodidad, ese calor que proporciona es efímero, ya que se enfrenta, un rato después, al frío aliento de nuestra conciencia.

Quizás sea ésta, la conciencia, la nuestra, el mejor arma para combatir los síntomas de nuestra protagonista de hoy, programen un examen de conciencia periódico, como lo hacen con sus antivirus en los ordenadores, revisen sus comportamientos y expulsen la hipocresía de sus vidas, háganlo, créanme, caminarán más livianos, reirán más fuerte y disfrutarán de sus vidas mucho más.

Líbrense de la hipocresía, se lo recomienda un gran hipócrita.

martes, 23 de noviembre de 2010

Hoy

Hoy no me apetece vivir.
Solo quiero seguir vivo, pero no voy a hacer nada por enriquecer esta realidad de mi fisiología, que el corazón lata, que los pulmones trabajen, que mis células no se paren, que mis neuronas sigan electrificándome.
Hoy no me apetece vivir.
Ni disfrutar de las maravillas del mundo, del sol de un día de invierno, de la sonrisa de un niño, ni de la lluvia repicando en mi ventana.
Hoy no me apetece vivir.
No es extraño, seguro que ustedes han tenido días así, y les hubiera gustado poder elegir, como yo, que hoy no voy a vivir, definitivamente renuncio, ni siquiera voy a comer, demasiado esfuerzo, tampoco me esforzaré en dormir, necesito mantener los ojos abiertos.
Hoy no me apetece vivir.
Que no tiene nada que ver con querer morirse, aún me quedan un montón de días como éste, de esos en los que la vida deja de tener sentido, para poder disfrutar de volver a reunir fuerzas y buscar, otra vez, los extremos de mi vida.
Hoy no me apetece vivir.
Mañana nadie podrá pararme

Bécquer

"Sabe si alguna vez tus labios rojos
quema invisible atmósfera abrasada,
que el alma que hablar puede con los ojos
también puede besar con la mirada."
G. Adolfo Bécquer
 
 

lunes, 22 de noviembre de 2010

Palabra de Bot.

Los diez mandamiento de Bot Esponja:

  1. Amarás a Bot sobre todas las cosas, y dejarás que Bot te ame en la misma medida que tú le ames a él.

  1. No tomarás el nombre de Bot en vano.

  1. Santificarás el día de Bot (19 de septiembre)

  1. Honrarás a tu padre y a tu madre como Bot honra a los suyos

  1. No matarás, salvo que intenten agredir a Bot, entonces estará perfectamente juestificado

  1. No cometerás acto impuros, bueno, éste es el menos importante de los mandamientos, Bot dice que si los cometes con gustirrinín pal cuerpo humano, no hay problema.

  1. No robarás las llaves de fondo de bikini

  1. No levantarás falsos testimonios, ni mentirás sobre los desmanes de calamardo

  1. No consentirás pensamientos ni deseos impuros (leer el mandamiento 6 para ver cuándo sí puedes consentirlos)

  1. No codiciarás los bienes ajenos ni las burguer cangreburgers de tus enemigos

viernes, 19 de noviembre de 2010

Otra vez viernes

Aunque lo habían repetido muchas veces, les seguía invadiendo una sensación de culpabilidad enorme, eran como bailarines que seguían una danza ensayada mil veces, la misma hora, la misma calle, el mismo hotel, la misma habitación en la quinta planta.

Después de la tormenta yacían despojados de virtud, con la cabeza a los pies del adversario, ella le hablaba de su semana, de la indiferencia de su marido, de la frustración por no comprender a su hijo adolescente, le hablaba de dolor y analgésicos, y uñas de plástico, operaciones de estética y colores para las paredes; él por su parte volvía a hablar de trabajo, de la arpía con la que se casó hace más de veinte años, de reuniones interminables, partidos de golf y créditos para financiar su nuevo coche, de cómo le estresaban las dos gemelas y de tabaco negro. Algunas veces volvían al amor, otras fumaban, charlaban y reían, nacían de nuevo. Cada semana la misma rutina, el mismo engaño, ¿cuándo le hablarás de mí? , pronto cariño, pronto se acabarán estos encuentros clandestinos.

Esa tarde ella tenía prisa, se marchó apenas después del primer beso, no se despidieron, tengo una cena, él volverá pronto hoy, nos vemos la semana que viene…sabes que te quiero, y yo.

Mientras se duchaba pensaba en su vida, ya no era ningún chaval, todos los sueños de los veinte años se habían esfumado, se escurrían por el desagüe de la ilusión como el jabón que limpiaba el olor del engaño en el que vivía, pocas aspiraciones, algunos momentos de alegría, menos satisfacciones, en realidad tenía la sensación de estar viviendo una vida de segunda división, de la que nunca escapaba, excepto en estos momentos con ella, estas escasas dos horas semanales que le devolvían a la juventud, en las que florecía su hambre de mundo, de derribar muros y seguir venciendo enemigos. Tendría que tomar una decisión, se le escapaba el tiempo.

Así pasó la siguiente semana, de por medio llantos programados, gritos, frustración y charlas de abogados, no quería nada material, solamente intentaba recuperar su alma. Otra vez viernes, y esperando en la recepción del mismo hotel el corazón se le desbocaba como el de un chiquillo, por primera vez era libre, tenía una segunda oportunidad para un primer amor, no podía dejar de tamborilear con los dedos en la cómoda de la misma habitación de la quinta planta, una copa del minibar, eso serviría…una hora de espera, preocupación, dos horas, nervios, desazón, nunca había faltado, nunca se había retrasado siquiera media hora, éste era su tiempo, el de los dos, era su prioridad número uno, no había forma de localizarle, nunca se habían dado los teléfonos, escasamente conocían sus nombres y su pasado reciente, nunca les pareció importante cifrar sus sentimientos, el compromiso que tenían les resultaba inalterable, insustituible…

Tres horas más tarde abandonaba el hotel sin esperanza, no había noticias de ella, no encontraba por dónde empezar a buscar, el vacío del no saber apretaba sus pulmones dejándole sin aire, angustiado. Su vida se apagaba, su esperanza se esfumaba. A su cabeza acudían muchos finales, algunos dramáticos, todos tristes, no estaba, y no había más que hablar.

Ahora, sentado en el jardín de la residencia en la que espera terminar su días, recibiendo las visitas de las gemelas, sus maridos y sus nietos durante los eventos importantes, se siente feliz, durante mucho tiempo la estuvo esperando, más de un año estuvo yendo semana tras semana al hotel, esperando ver su imagen… no consigue ya recordar su piel, su sabor ni el número de su habitación, hasta la memoria cansada no llegan ya más que pequeños momentos, alguna sombra de caricia, o su olor a vainilla. Retomó su anterior vida de segunda división y la exprimió como si muriese cada día, amó a su mujer como nunca había amado, escuchó a sus hijas, aconsejó a sus nietos, y hoy puede estar satisfecho, casi ha conseguido volver a dormir tranquilo, si no fuera por esa extraña anciana que le vigila todos los viernes desde la otra punta del jardín, silueta frágil, mirada ausente, y que parece llevar esperando a alguien toda una vida.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los días ¡plof!

Se conjugan los planetas y te amanece el típico día tontorrón, suele empezar con un despiste, vas a abrir el grifo de la bañera pensando que el agua saldrá por abajo y se va a ir calentando y te sorprende saliendo por la ducha y dándote un soponcio de frío por el cogote…empezamos bien. Normalmente en estos días te das cuenta que no te quedan calcetines emparejados y acabas poniéndote una pareja “al menos similar”, por desgracia te quedas sin café y el bar cerca del trabajo donde a veces extingues el mono de cafeína está “cerrado por defunción”, joder, casualidad tras casualidad. Después de andar tres manzanas entras en la oficina, qué bien, vuelta a la rutina…no tanto, la calefacción se ha averiado, venga, esto no puede acabar con tus ánimos, desempolvas la bufanda que está tras los archivadores de clientes antiguos y te la pones, sin recordar tu alergia al polvo…madre mía qué espectáculo. Pasa la mañana sin pena ni gloria, el windows suele colgarse más que nunca y no recibes muchas llamadas, será la crisis, o el día tonto, quién sabe. Vuelves a casa sobre las ocho, por supuesto ha empezado a llover, y al entrar en el garaje por culpa de la lluvia que empapa los cristales vuelves a arañar el mismo lateral del coche que tardaste cinco meses en reparar, parte de seguro correspondiente de por medio. Estás en casa, por fin en casa, vas a llegar y tomarte un vinito y fumarte un cigarro con esa tranquilidad que solamente puede proporcionarte el fin de un día de trabajo bien hecho, claro, siempre que no te hayas dejado las llaves puestas por dentro… dos horitas más, cerrajero de urgencia y doscientos cincuenta euros del ala completan una jornada memorable, bueno, al menos ahora sí , ese cigarrito… mierda, sin tabaco, tres manzanas más, calado en cuerpo y alma regresas al refugio, y mientras maldices a la diosa fortuna por haberte regalado semejante despropósito de día recibes una llamada…una última llamada.

De esa persona que, con cuatro frases, puede convertir tanto infortunio en una riada de sonrisas, no me cuelgues, sigue alegrándome el día, parece que, al final, Dios se ha puesto de mi lado, de nuestro lado, estoy de acuerdo en que la felicidad está dentro de uno y que hay que saber buscarla, pero en un día como hoy no me viene nada mal una ayudita tuya, venga, de verdad, no me cuelgues...sigue vacilando, sigue haciéndome reir, gracias.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Tabaco negro, días soleados

Cigarrillo, gin-tonic, gabardina calada, humo recalentado de cualquier tugurio entre Montera y Leganitos, un compendio extraño de tópicos de novela barata, entre Carvalho y Torrente hay solo un paso, no un abismo como antes pensaba.

Sin mujer que me espere y sin amigos que me necesiten fundo mi tormento con úlceras sanguinolentas y tabaco negro, al fondo cuatro parroquianos vocean jugando al tute, “arrastro”, “veinte en bastos”, lejana letanía, tantas veces escuchada, casi convertida en oración, Camila acodada en la barra me mira, expectante, ojos vidriosos, medias destrozadas: Camila, la dulce, un travelo de los de postín afincado en chueca desde antes de Aznar, escondido entonces, desatado ahora, siempre dulce, animal de este extraño zoológico al que pertenezco, más mono que cuidador, más cerdo vietnamita que león. Sílabas torcidas como vetas en la madera de la conciencia, conversaciones extintas de contenido, sin sentido: “sigues teniendo una bonita voz, al menos para mí, guapo… cántame algo, como en los viejos tiempos, algo de Sabina, o de Serrat” Camila, la dulce.

Recojo los trastos y salgo a la selva, con olor a humedad, humedad que desprenden los transeúntes, las alcantarillas, los susurros de los jóvenes enamorados, es curioso, humedad en Madrid, quién lo diría. Precoces parejas aprietan el paso bajo la lluvia que limpia por segundos la ciudad, me gusta, bajo el chaparrón solo quedan los valientes, y me gusta contemplarlos mientras entro en otro tugurio, entre Gran Vía y Barquillo, busco sitio frente al cristal, y contemplo la lluvia, otra vez, un día más, silencioso, cabizbajo, cauto entre fronteras invisibles.

Sin previo aviso vuelve su recuerdo, me golpea en el bajo vientre, me noquea rápido, como un boxeador curtido, cierro los ojos y casi puedo tocar su pelo de nuevo, puedo escuchar su risa inocente, la recuerdo gritando papá a la salida del colegio, siento otra vez como sus bracitos me atrapan, como me da su amor sincero, y me cuenta, trastabillada, cómo le ha ido el día, mi cielo, mi vida, mi hija. Añoro esos días, entonces no llovía, desde que la tuve en mis brazos por primera vez sentí que ya no era uno, sino medio, mi otra mitad ya no me pertenecía, y ahora que me la han arrebatado ni mi mitad, la que conservaba, me parece propia.

Paso esa página, es absurdo releerla, la conozco perfectamente, conozco su final, podría recitarla ante el puto público del puto teatro real; vuelven las náuseas, paso otra página y otra más y al final llego al final, al absurdo día de hoy, pegado a esta barra sucia y grasienta, a mi hogar.
Otro, cigarrillo, otro gin-tonic, más humo recalentado, una tonelada de frustración, mañana brillará el sol, estoy seguro.

El mismo punto

Pues venga, vamos con cosas alegres.

Durante este fin de semana he reflexionado bastante sobre la vida y la muerte, es curioso, ¿verdad?, tanta alegría en un par de líneas.
La vida, custodiada por el azar es alucinante, cada pequeña decisión que tomamos, cada esquina que torcemos, o cada llamada que no atendemos, puede provocar reacciones muy diversas, tantas como el resultado de multiplicar la capacidad de elegir que tenemos los que tenemos la suerte de poder hacerlo por el número de veces que nos ha tocado elegir, es apabullante, casi provoca ansiedad el mero hecho de pensarlo, ¿Cuántos miles de decisiones hemos tomado en nuestra vida? y lo que es más mareante aún, ¿a cuántas personas han afectado nuestras decisiones? ¿cómo cambiaron las vidas de nuestros seres queridos por nuestros propios caprichos?
Todo esto nos volvería majaras si no nos hubieran entregado una única cosa sobre la que no tenemos capacidad de elección, la muerte.
Visto así puede que podamos quitarle la connotación negativa a nuestra amiga la de la guadaña, es lo único que nos da sustento, algo meridiano, clarificador, puro, aquí no interviene el azar, quizá un poco en el cuándo y el cómo, pero nunca en el qué, en la matriz de la cuestión.
Compartan su vida y disfrútenla cada momento, no se preocupen por todo lo que haya crecido la arborescencia de sus elecciones, ya que inevitablemente finalizaremos todos en el mismo punto.

…Y a partir de ahí solo Dios sabe…

viernes, 12 de noviembre de 2010

Aquellas playas.

Cerca, muy cerca, en esos escasos milímetros en los que no se escapa ningún olor, en que, aún sin tocarse, podían sentir la piel del otro, en los límites del deseo, cayendo de nuevo en un abismo de roces y caricaturas de sentimientos. Vadeaban ríos inhóspitos, territorios inexplorados en los que ningún desamor había dejado todavía su marca, palpitaban, nerviosos, corazones desbocados, caballos de carreras. Las escaleras incómodas no conseguían alejar su propósito; penetrar sus almas por los ojos, miradas tan intensas como el salitre de la mañana que les recibía, tenue.

¿Temblaban? , quién sabe, a su alrededor el no-mundo empezaba a despertar, algún paseante tempranero, algún noctámbulo sin rumbo, siempre la playa al frente, dándoles cobijo, limitando su por entonces vasto futuro.

Ella no llegaba a los dieciséis y él, recién cumplidos los diecisiete, no divisaban finales, solo principios, se colmaban de versos, de te quieros sin prisas, sin consideraciones previas, es verdad, se querían, aún sin entender que nunca volverían a amar de esa manera, o tal vez por eso, morían en cada beso, nacían en cada caricia.

-Huyamos- le proponía ella, - ¿a dónde? , sonreían cómplices de locos pensamientos, - donde sea, contigo-

jueves, 11 de noviembre de 2010

Rugby

Tengo un gran amigo que me explicaba ayer la regla fundamental de este deporte, y es muy didáctica; en el rugby, cuando te caes al suelo por un golpe, un placaje o simplemente de agotamiento solamente tienes dos opciones, en ese momento, en el suelo, dolorido, sin aire, casi extenuado no cuenta de dónde vienes, hacia dónde vas, cuánto dinero tienes, si tu casa es mejor o peor, si tu novia es más espectacular o menos, cuántos amigo te adoran y cuan majos son, ni cuenta tu estado de ánimo… en ese momento, con la compañía única del sordo dolor en tus pulmones tienes dos opciones, sencillas, casi cómicas, pero que engloban una descomunal verdad universal… seguir ahí tirado, o ponerte de pie y seguir corriendo.,

No busquéis más, esto resume la vida en una llana bifurcación.


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mejor en prosa...

-No me gustan nada esas gafas de sol que te has comprado.

-De verdad que eres la bomba, sabes que llevaba tiempo queriendo comprarme unas y ahora me sales con esto, tampoco lo tengo fácil porque todas las que me probaba me quedaban muy anchas, tengo la cara fina…. ¿por qué no te gustan?

-No sólo es que no me gusten, es que las detesto.

-Ya estás otra vez con tu filosofía barata, déjate de tonterías y dime cuál es el problema ¿me quedan grandes?

-No sé

-Como siempre escurriendo el bulto, primero tiras la piedra y luego escondes la mano, últimamente no te entiendo, es igual que lo de mi madre….

-¿Tu madre?

-De un tiempo a esta parte criticas todo lo que sale de su boca, ellos siempre nos han ayudado, desde el primer día y ahora parece que hasta su presencia te molesta…. ¿y lo que nos han apoyado con el niño?

-No sé de que hablas, a mi tus padres me caen fenomenal

-Sí, por eso llevamos casi tres meses sin verles, casi nunca quieres ir a comer allí, y cuando nos visitan se te pone tu habitual cara de acelga…. Recuerda quién nos avaló para la compra de este piso...

-Se te va la olla.

-Eso, sigue echando balones fuera, ahora se me va la olla, cuando te quedas sin argumentos siempre vas a lo personal, joder , esto es lo que menos me gusta de ti, esa insoportable pachorra mezclada con un toque de indiferencia, la que has liado por las malditas gafas….

-No me gusta oírte hablar así, si me dejas explicarme…

-¡Explicar el qué!, por qué tienes la sensibilidad de una acelga o como hacer que una se sienta una piltrafa en seis frases...

-Explicarte el por qué de que no me gusten tus gafas…

-Pues por el placer de la crítica, porque no sabes como hacerme saltar o porque te aburrías y…

- Te tapan los ojos

-¿Qué?

-No me gustan porque te tapan los ojos, nada que pueda hacer eso contigo merece mi comprensión ni mi indulto, es por lo que las estoy rompiendo ahora mismo, para evitar que cometas un crimen mayor, que te las pongas de nuevo…

-Pero…

-No hay peros que valgan, necesito seguir viendo, día tras día, esos ojos que me rescataron hace tiempo de mi extraña vida de acelga y mi filosofía barata, y que hoy me hacen querer ser mejor persona.

- yo…






martes, 9 de noviembre de 2010

Resucitando....

Todo el fantástico mundo de caramelo que me vendieron en mi adolescencia (entre actuación y actuación de AC/DC o de los Barones) se está desmoronando, hay una brutal epidemia de separaciones, de despropósitos, de rupturas traumáticas, crónicas de muertes anunciadas... no lo entiendo, claro que puedo teorizar sobre que actualmente nadie aguanta mucho a nadie, que todos hemos ganado independencia económica y no es necesario compartir tu vida con alguien si no te llena, pero esto ya lo habéis oído mil veces... me gustaría ir más lejos, me gustaría hablar sobre la felicidad. Escuché a alguien decir que la felicidad era esa señorita espléndida que viaja contigo en el mismo compartimento de tren, con tu mismo destino, y que, justo cuando reúnes fuerzas para saludarle desaparece como si nunca hubiese estado allí, como mucho deja su perfume, que tiempo después te recuerda que estuvo, aunque no sabes cuándo ni cuánto. Quizás estamos demasiado obsesionados con la búsqueda de la felicidad como fin y no disfrutamos del camino que puede llevarnos a ella, y este camino es mucho más fácil de buscar entre dos, no nos engañemos... por supuesto que habrá veces que surjan dudas sobre por dónde torcer, si avanzar por la playa o por el monte, incluso de cuándo parar a descansar y de qué tipo de vino llevar a casa de nuestros anfitriones... pero ¿seguro que estas diatribas, aún juntándolas en cantidad, pueden hacer necesario que merezca la pena seguir avanzando solo? no lo tengo nada claro.
Lamentablemente me ha tocado estar en varias situaciones a lo largo de mi vida, creo que más o menos he seguido el camino correcto, pero también estoy convencido de que ha sido mucho más ameno compartir la carga de mi mochila, hoy convertida en bagaje; por el momento disfruto de nuevo del frescor que me entrega el viento en mi cara, rápido por avanzar en soledad, pero sé que tarde o temprano alguien estará esperando para caminar junto a mi, y yo volveré por la senda de Ulises en su camino a Itaca.
Pero a mi alrededor, el mundo de caramelo se sigue desmoronando, niños de por medio, llantos sin consuelo, meteduras de pata, ¿qué está pasando?, ¿es tan difícil disfrutar de la compañía de la señorita del tren, por imperfecta que sea? si alguien tiene la respuesta que me lo diga, mi número de teléfono está grabado con una navaja en el próximo árbol que encuentres en tu camino.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Carta desde mi celda

El abismo al que me condena tu perturbadora ausencia se hace más angosto cuantos más días pasan sin noticias de ti, lo que debería ser bálsamo reparador se convierte en filo cortante, el papel de una carta nunca escrita, de las cosas que nunca te dije. Me entretengo fabricando pequeñas quimeras, elucubrando sobre cómo sería una tarde de Abril junto a ti, por fin libres, visualizando estelas en tu pelo, bebiendo de tu recuerdo, regando mis marchitos anhelos, temblando ante ti como cuando teníamos quince años.

Esta celda no me ata, sigo teniéndote porque un día te tuve, y te aseguro que volveré a tenerte; cuento las grietas de los ladrillos esperando que alguna combinación esotérica de números abra la cerradura de mi prisión, bailo al son de las gotas de lluvia imitando nuestro último baile en Madrid, frente a los neones de la Gran Vía, bajo un manto negro de sudor y suciedad, radiantes.

Tengo claras dos cosas, la primera; quiero seguir vivo, me esfuerzo en no provocar conflictos inútiles que pudieran terminar en tragedia, cuido mi envoltorio en la medida de lo posible, camino, me muevo, estiro, no quiero marchitarme, igual alimento mi psique, leo a Descartes, a Platón y a Pérez Reverte, juego a las damas con el de la 608 y espero sin desesperar. Mi segundo compromiso es para cuando salga, volveré a buscarte, ten esto claro, no me va a parar ninguna frontera artificial, ningún matrimonio de conveniencia, sé que tú eres mil veces más tú conmigo, te encontraré.

Y así entre noches y días, entre tardes y amaneceres mi espíritu se fortalece, es un día más de vida, es un metro más que le recortamos al abismo, al abismo al que me condena tu perturbadora ausencia.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Bocadillos de foie-gras

Es verdad, no muchas, pero ya peinamos alguna cana, y hoy, de viernes nostálgico pre-mudanza he recordado algunos de los mejores momentos de mi vida, y lo curioso es que en todos ellos no medía más de 1,50…

Las tardes se hacían eternas a principios de verano, el colegio había terminado y el mundo, aunque limitado por las cuatro manzanas contiguas a mi casa, aparecía ante nuestros ojos como un vasto océano por descubrir, recuerdo las rodillas y los codos negros de jugar en la arena a las chapas, las canicas, la peonza y mil juegos más, recuerdo los timbrazos al telefonillo y los rancios…”¿bajas?”, no había formulismos, ni cortesía y mucho menos protocolo, ese ¿bajas? significaba que empezaba la aventura… jugábamos al rescate, al fútbol, a churro va,  al encierro, a carreras de bicis, al despiste, a tulipán,  a bote botero, al escondite; inglés o normal… nunca nos agotábamos. En el intermedio el bocata de foie-gras, de pan con chocolate o de cualquier cosa que aplacaba un hambre voraz, y cuando caía la noche era el turno de algún juego de mesa en el pasadizo, de las cartas, emulando a nuestro mayores o de las historias de terror contadas por Quique, el mejor de los narradores.

Así se pasaba la infancia en un barrio de una pequeña ciudad dormitorio cerca de Madrid, así la recuerdo y la engrandezco, cuando por aquel entonces no éramos ni mínimamente conscientes de lo que se nos venía encima, el mundo de los mayores no me gusta, como a Saint-Exupéry :”las personas adultas me siguen pareciendo bastante extrañas”, y yo sigo sin acostumbrarme a mi condición de “mayor” lo siento, no puedo.

Os dejo un pedacito de mi infancia en vuestros tinteros para que vosotros mismos reflexionéis sobre la felicidad, la que ahora nos cuesta apenas probar y que en aquellos tiempos nos comíamos, cada tarde, a bocados.

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.” El principito. (Antoine de Saint-Exupéry)



jueves, 4 de noviembre de 2010

La peor profesión del mundo, exnovia de letrista famoso

Sin duda es la peor profesión del mundo... me explico; si partimos de la base que algunas de las composiciones de los más afamados letristas de este país son autobiográficas, entiendo que en algún momento de sus vidas estos genios debieron de referirse a alguien con piel y nombre cuando escribían cosas como: "Y de tu cariño, de tu amor, de tu alegría, de tu calor de vida mía de te quiero tanto, al final de todo lo que me quedó es la canción que estoy cantando" (Fito) o como parafraseando al gran Sabina "Ahora es demasiado tarde, princesa, búscate otro perro que te ladre princesa". Es evidente que estas chicas, si existen, no ganan para psicoterapeutas, porque cada vez que escuchen estas letras se sentirán ofendidas, desarmadas, tal vez hasta con razón...
Capítulo aparte merece como siempre el gran Manolo García... de él poco o nada se conoce de su vida privada, pero yo me permito fantasear viendo marchitarse a alguna de sus exconquistas oyendo cosas como "dame mi alma y déjame en paz, quiero intentar no volver a caer..." o como "a quién tanto querido le escribo, ya no peino tu pelo, son los dedos del viento..." es el que lo hace con mejor estilo, más finamente, ensalza pero hiere a la vez...es brillante.
Chicas, pensároslo muy bien antes de cortar con alguno de estos parias, ya que no sabéis la cruz con la que podéis cargar el resto de vuestros días.....
--Se aceptan sugerencias y comentarios sobre letristas despechados, por favor añadir tema y autor, soy un poco morboso...je,je--

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Historia de náufragos

"En febrero de 2003, el pesquero gallego Naboeiro navegaba a 120 millas al sur de Gran Canaria. El patrón divisó un "bulto extraño". Fue una causalidad. El día estaba flojo y habían decidido ir a faenar a una zona que no era la habitual. Enfocó con los prismáticos y vio una patera con varias personas que parecían casi muertas. El patrón avisó a la radio costera, que notificó el hallazgo a Salvamento Marítimo. Se trataba de un grupo de 18 inmigrantes que llevaban 14 días a la deriva, según el relato de un superviviente. Hacía una semana que ya no tenían agua ni nada que comer. El equipo de rescate salvó a los seis inmigrantes que quedaban en la patera, los otros 12 habían sido echados al mar según iban muriendo. El primer guardia civil que bajó hasta la chalupa descubrió que los náufragos habían roído los bordes de la barca para chupar la madera e intentar calmar la sed. La doctora que descendió del helicóptero para atenderlos pensó que había llegado "a un túnel en penumbra". Los náufragos estaban tirados en el suelo, encogidos bajo las mantas o recostados contra la pared. No se sabía dónde terminaba el cuerpo de uno y empezaba el de otro. Sus miradas eran de terror, de desconfianza." El Pais Digital

No puedo ni imaginar, y mucho menos opinar, sobre las motivaciones que pueden llevar a alguien a tomar la determinación de abandonarlo todo para embarcarse en un trozo de madera rumbo a ninguna parte, pero si me gustaría dejaros esta reflexión: la próxima vez que os crucéis con uno de ellos pensad si es alguno de los que mordió los bordes de su barca para calmar la sed, de los que tuvieron que arrojar por la borda a amigos, hermanos, padres muertos de hambre, si la mirada que ahora le acompaña de terror y desconfianza se grabó en su cara aquel día en el que tuvo elegir entre vida o muerte.

Creo que cuando desde nuestros bares a la tarde hablamos de valor, de determinación, de afrontar la vida como te viene, de superar obstáculos, no tenemos todas las varas de medir, sólo tenemos las nuestras, quizás sopesando otras cambiaría nuestro discurso, no sé, sólo es una historia más, otra historia de náufragos...