jueves, 24 de febrero de 2011

El silencio de los corderos

Vivimos atrapados en la incertidumbre del tiempo, la libertad es un concepto irónico e irreal que sirve para amansar a los corderos, la dictadura del consumo guía nuestros pasos según las normas de Ford : “les pago para poder comprar los coches que ellos mismos fabrican”
Fantasmas carentes de libre albedrío, pero defensores de la democracia. Pues vale.
Tocan clarines de desorden político y colapso de nuestro actual estado del “bienestar”.
Llamemos a filas a los que, desde la crítica, tienen ganas de reformar sobre las ideas, fracturemos algún que otro credo establecido.
Seamos turcos, seamos egipcios, seamos libios.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Esperanza

Cuando Pandora, en un descuido abrió su caja, salieron de ella todas las desgracias que los hombres conocemos, a saber: la muerte, la desolación, la peste, el engaño, etc. Pero cuando se dio cuenta de su error intentó cerrarla, y consiguió dejar dentro algo que habría que conservar por siempre, la esperanza.
Algunos de nosotros, entre los que me cuento, nos empeñamos en abrir de nuevo las pequeñas cajitas de Pandora y en acabar con nuestra más preciada inversión de futuro, es decir, la esperanza, dejando de lado a todos los que un día nos quisieron y nos dieron su apoyo. La verdad es que así se hace bastante complicado seguir adelante, pero no podemos buscar ningún culpable. Vacías pues las expectativas posibles y los proyectos a largo plazo hay que aferrarse a la verdad que nos dejó Rambo en su segunda entrega, el día a día; y en este día a día no hay generadores más puros de energía y de esperanzas que ellos, los de siempre, los niños.
Ayer mismo, inmerso en una de estas microcrisis de las que les hablo, enfrente de la oficina, pasaba un cliente al que vemos prácticamente todas las mañanas con dos de sus tres nietos; este señor, como tantos otros abuelos se encarga de llevar a los niños al colegio y así me les encontré a los tres, caminando despacio, como en una pequeña procesión. Uno de ellos, que tendrá unos siete años, iba con la cara bastante seria, enfadado por vete a saber qué desplante matutino. Pues bien al llegar a mi altura el chiquillo, harto ya de aguantar su pena en silencio se volvió muy digno hacia su abuelo y le dijo tajante:

-         Abuelo, estás despedido-

Tres minutos y bastantes risas después (el abuelo le pidió dos veces su correspondiente indemnización) siguieron adelante con el ánimo bastante cambiado, ahora el abuelo volvía a ser cómplice y compañero de sus travesuras.

Y el que les escribe se quedó allí, pensando en la ingenuidad, en mares por descubrir, en lo absurdo de nuestras quejas y en lo mucho que puede cambiarte la vida, o al menos el día, algo tan sencillo como la sonrisa de un niño.


lunes, 21 de febrero de 2011

...

Cuando la marea baja estás en el mismo sitio.
Anclado a la misma isla, reconoces el valor de la tierra que un día dejaste de lado.
Tarde, por supuesto, pero lo haces.
Y das por hecho que las fortalezas que asaltaste para después quemar valieron la pena, ¿fue así?

Cuando la marea baja estás en el mismo sitio.

jueves, 17 de febrero de 2011

Las aventuras de Masoquito (capítulo 1)

Masoquito era un muñeco de vudú, no medía más de veinte centímetros y estaba todo hecho de trapo, bastante sucio porque no le habían lavado en su escaso año de vida, tenía los brazos, las piernas y la cabeza unidas al cuerpo por zurcidos de color rojo fuerte y sus ojos eran dos botones negros, uno del derecho, por el que veía, otro del revés. Su vida, como podréis imaginar, era bastante desdichada, trabajaba para un santero cubano afincado en Burgos, y allí, en el gabinete del “doctor” actuaba contra presuntos adúlteros, maltratadotes, y un largo etcétera de personas de mal vivir.
Hacía bastante tiempo que las agujas ya no le daban miedo, se había acostumbrado tanto al dolor que no las notaba siquiera. Lo que más pena le daba a Masoquito era dedicarse a ese trabajo tan feo, proporcionar dolor a la gente; por la noche, encerrado en su pequeña caja de cartón, tenía pesadillas con el mal que hacía a personas que ni siquiera conocía, y rezaba al hada de los muñecos de vudú para que le permitiese escapar de esa vida y salir a conocer otros mundos y otros muñecos.
Un día que había tenido bastante trabajo (seis clientes en una misma tarde) llegó algo más dolorido que de costumbre a su caja, y la pena le cogió por dentro, desde la tripa, y fue tan dura que lloró una lágrima de esparto, que se secó muy rápido. Estaba tan cansado que se durmió muy rápido, esperando, sin esperanza, la llegada de un nuevo día. Pero esa noche una luz muy fuerte le cegó su único ojo sano, y cuando recuperó la vista tenía, delante de él, un ser maravilloso. Al día siguiente, aún con agujetas, despertó y notó súbito que algo había cambiado en su cuerpo…¡podía moverse! ¡qué sensación!....
No se lo pensó dos veces y saltó desde su caja al suelo, y aunque la caída fue muy dura, como era de trapo, no hizo nada de ruido. Actuaba por instinto, tantas veces había soñado con escapar que no tuvo dudas, trepó por la cortina del despacho de su dueño, pero por desgracia para él la ventana estaba cerrada, intentó con todas sus fuerzas abrirla pero sus músculos, desentrenados, no consiguieron hacerlo.
Estaba perdido, si no conseguía escapar por la ventana el santero le descubriría y todo habría terminado, por favor, un poco más fuerte, solo un poco más fuerte….

martes, 15 de febrero de 2011

La revolución

Nostalgias del Ché o de las madres de la plaza de mayo aparte, estamos viviendo estos días unos acontecimientos históricos sin precedentes.
Resulta que, tras China y la India, la tercera nación más poblada del mundo se llama facebook, y entre esta red social y otras del mismo calado, estamos viendo por televisión cosas que, de no existir estas herramientas, no tendrían sentido, no tanto en el fondo de lo que los ha provocado, como en la velocidad con la que se están expandiendo.
La caída de Mubarak en Egipto no podría concebirse sin la aceleración prodigiosa que han provocado estas herramientas informáticas en la transmisión de los mensajes. Es algo paradójico, uno de los negocios más lucrativos de este siglo está provocando las primeras revueltas sociales serias en el mundo desde hace décadas, la revolución del pueblo amparada por el capitalismo más salvaje, es de locos.
A primera vista los acontecimientos en Egipto tienen pinta de ser la primera chispa que ha encendido una mecha de la que no conocemos aún ni su longitud, y peor todavía, tampoco sabemos en qué tipo de explosivo termina. Cada vez más países vecinos están poniéndose en pie de guerra contra sus gobiernos autoritarios, desafiando los patrones establecidos por pseudo dictadores con piel de cordero.
¿Están muertas las ideas? Yo no lo tengo muy claro, me da la impresión de que lo que ha muerto son los extremos ideológicos marcados y volvemos a un término que nos encanta pero que pocos hemos experimentado en nuestras carnes: la democracia como el poder del pueblo, como su idea matriz, el pueblo levantado eligiendo y exigiendo sus derechos, oponiéndose a la represión. La gente no quiere democracias como en la que vivimos hoy, que nos sirva para elegir a una piara de políticos incompetentes que se aferran al poder como rémoras, necesitamos democracias flexibles con las situaciones cambiantes e inflexibles con los corruptos.
Si Karl Marx levantara la cabeza, estoy seguro que lo primero que haría es abrirse una cuenta de facebook.

lunes, 14 de febrero de 2011

San Valentín

El glorioso amor, el que te lleva a cotas inimaginables, el que saca lo mejor de ti y convierte el gris en rojo, el rey de los sentimientos, es también el que te hace, cuando muere, arrastrarte más hondo, envilecer tus deseos y convertir la vida en un precario vagar.
Gran amor, cruel amor, para ti.
Feliz día de san Valentín


viernes, 11 de febrero de 2011

¿El final?

¡Ostia! no puede ser verdad, estoy saliendo de mi cuerpo, mira la gente, ¡qué alucine!, y mírame qué piltrafa, cómo he quedado, diez segundos antes me estaba encendiendo un cigarrillo, y ahora, ascendiendo de verdad, ¡joder! qué mala pata, todo el tiempo renegando de la vida eterna y ahora me queda una vida eterna para renegar de la terrena, si ya me lo decía mi abuela, que los ateos no van al cielo…pero entonces ¿por qué asciendo?, puto paso de cebra mal señalizado.
Me preocupa que sea un día tan nublado, para una vez que vuelo resulta que no me voy a enterar de nada, otra cosa que me fastidia es que he dejado una lavadora de color sin tender, bueno, espero que se acuerde mi compañero de piso, es curioso lo que uno piensa justo después de morir. Parece que tengo algunos minutos antes de llegar a dónde quiera que voy, a ver qué demonios cuento ahora, o sea, perdón, qué narices explico. Llevo sin confesarme…veinticuatro años ni más ni menos, espero que la salita de espera sea cómoda. Venga, no te pongas nervioso, en rasgos generales, quitando mi afición por el porno y por las casas de apuestas en internet, mi vida es de lo más normal, no es que sea la madre Teresa pero no he hecho mal a nadie a propósito… bueno, vale, pero lo de Iván no cuenta, ha prescrito por haber pasado más de cinco años, ¿no?
Está anocheciendo y esto se ve muy negro, llevo un rato sintiendo un frío que pela y ahora ya no controlo si subo o me he quedado estancado… espera, allí se ve algo, una luz…venga, tranquilo hombre, esto es como un examen oral de los del cole pero a lo bestia, allá vamos.
¡Vaya tela con San Pedro!, parece que esto de la vida celestial me va a gustar, es la viva imagen de Elsa Pataky con una túnica blanca de esas que no dejan nada a la imaginación, por Dios, ¡si no lleva ropa interior! “Hola guapa, si llego a saber que tú eras mi juicio final hubiera seguido con el pegamento imedio de pequeño, ¿vienes mucho por aquí? “…….


Despierto, seis y treinta y cinco, ¡estoy vivo!, mierda.

jueves, 10 de febrero de 2011

La rebelión de los grumetes

Vamos un poco sobrados de capitanes de barco y hay una carencia estrepitosa de personal de cubierta, remeros, enceradores y grumetes.
Seguimos a vuelta con la crisis y yo pienso que la vuelta debería ser a los valores tradicionales, entendiendo tradición como lento aprendizaje, orgullo de conocer un oficio y satisfacción con el trabajo realizado, no como lo entienden algunos, asemejándolo a rancio, caduco y obsoleto . Sabina decía que las niñas ya no quieren ser princesas, pero lo que es verdad es que los niños no quieren ser albañiles, encofradores, calafates, agricultores o carteros, siempre eligen futbolista, médico, piloto e ingeniero. En nuestro país, claramente venido a menos en los últimos años, necesitamos aunar esfuerzos para reivindicar la importancia de una formación profesional de futuro. Creemos los autónomos del mañana, una fuerza en expansión que sea capaz de empezar una actividad económica, darle forma, hacerla crecer y garantizarse un futuro digno, para ellos y para su profesión, además de analizar adversidades y adaptarse a cambios imprevistos. Tenemos que formar profesionales CUALIFICADOS. Llamando al perro como se quiera (boom, crisis, etc.), hagámosle collares adaptados a sus necesidades.
Todos tenemos una parte de implicación en esto, los ciudadanos de a pie entre los que me cuento quizás debiéramos pararnos ante una pared bien enfoscada y dar la enhorabuena a su autor, por su parte a las administraciones públicas, que todos contribuimos a mantener, habría que exigirles menos cortapisas a la hora de iniciar una actividad, menor presión fiscal y una política REAL de ayudas al emprendedor.

Casi todos, en alguna medida, hemos soñado alguna vez con ser capitán de barco, pero les dejo esta reflexión: una tripulación sin capitán, aún tardando algo más, puede llegar  a buen puerto, pero un capitán sin tripulación no llegaría ni a poder preparar el barco a tiempo para la salida.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Flores en el cielo

¿Se les ocurre mejor profesión que repartidor de flores?
Si se piensa bien, son como una especie de arcángeles portadores de buenas nuevas, siempre les reciben con una sonrisa, porque ¿a quién no le agrada recibir flores?, además suelen recoger buenas propinas, acordes con el sentimiento que generan. En su profesión compiten con carteros (casi siempre pájaros de mal agüero), repartidores de MRW e inspectores de consumo, lo cierto es que no hay color.
A lo mejor he encontrado mi vocación, al fin. Trabajo al aire libre, contacto con la gente, organizando tu propio horario, y sobre todo, recaudando alegría.
Por mi parte voy a comenzar a repartirles flores a ustedes, y como en la realidad virtual las flores son difíciles de oler, les dejos unas líneas de don Federico García Lorca, que ya en el siglo pasado nos hablaba del amor como nadie.
Va por ustedes.

¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!

Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?

¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!”


martes, 8 de febrero de 2011

Tortilla de felicidad

Receta para una persona:

  1. 150 ml de aceite de sonrisa.
  2. Un pasado con altibajos.
  3. 5 o 6 proyectos de futuro.
  4. 7 u 8 buenos amigos.
  5. Amor.

Preparación:

Se pelan los proyectos de futuro y se enjuagan bien bajo el grifo para que no queden incertidumbres, se cortan en gajos y se mezclan con el pasado con altibajos, cortado previamente en juliana, se agrega amor al gusto.
En una sartén se coloca el aceite de sonrisa y a fuego fuerte se fríe la mezcla anterior.
Mientras tanto, en una cena aparte, se mezclan y baten los buenos amigos, agregando amor al gusto, es fundamental que queden bien batidos, y que no haya ninguno que se sienta fuera de lugar en la mezcla.
Cuando los proyectos y el pasado estén bien pochados se retiran con una espumadera que no deje ningún bajo de los altibajos, y, aún caliente la mezcla, se añade al bol con los buenos amigos y se remueve ligeramente.
Éste es el momento clave de contrastar qué tal ha quedado el conjunto, si está algo soso, echar un poco más de amor, pero sin pasarse.
En la misma sartén anterior bien limpia se deja un poquito de aceite de sonrisa y se añade la mezcla a fuego medio, el cuajado se hará al gusto, si prefieres una tortilla más contundente, que dure más, pero algo más aburrida, mantenlo más tiempo a fuego medio y dale más vueltas (unas 7 u 8), pero si te gusta más sabrosa y algo menos consistente por dentro, solamente hace falta dos vueltas de un par de minutos cada una.
Dejar enfriar y degustar de por vida.

lunes, 7 de febrero de 2011

Las balas perdidas

El club de las balas perdidas no es un club poco selecto, como podría deducirse del nombre. Aquí caben rateros, perdedores y gente de mal vivir pero también azafatas de congresos, bailarines en paro y domadores de hidras venidos a menos, científicos españoles, dromedarios en Alaska y perturbados sin jardines, el lobo de caperucita, Walt Disney descongelado y notarios como el Luisma, rosas sin espinas, chulos de cabaret, estudiantes emancipados, Ronaldinho, el Dalai Lama y las novelas de Hemingway.

Si necesitan una invitación no se preocupen, yo soy miembro fundador, ya que he intentado ser piloto, trapecista, corredor, jerarca, ferritero e incluso guarda forestal, y en todos mis intentos, igual que el poeta metido a cuentista, he fracasado estrepitosamente.
Incluso siendo amante bandido fracasé y me tuve que quedar en bandido, nunca aprendo, necesito no diversificar tanto.

Este año estoy realizando intentos serios por convertirme en persona y salir de este club, pero la verdad es que me han quedado cuatro para septiembre: constancia, genialidad, psicología y autoestima.

A lo mejor el año que viene.

viernes, 4 de febrero de 2011

Sentidos

Es una mezcla extraña entre algo que parece sucio y húmedo y otra cosa que puede ser celestial. Los aromas se revuelven, volviendo locos a los demás sentidos, la vista se colapsa con  las curvas de tu cuerpo, es imposible diferenciar piel de entorno, muslos de sábanas o labios de ojos; tus palabras hacen que el oído se envilezca, llegan directas al fondo de mi cerebro, donde duerme el dragón de la imaginación salvaje.
El gusto campa a sus anchas, prueba sal en tu espalda y azúcar en tus rodillas.
Pero nuestra batalla es el caldo de cultivo perfecto para el tacto, normalmente amordazado, pero que en la refriega se encuentra como pez en el agua, millones de terminaciones nerviosas activándose, percepciones extremas, crematorio de silencios contenidos.
En esos primeros momentos no somos ni nosotros, el cuerpo se escapa del cuerpo, y el primitivo animal que todos llevamos dentro lucha por romper sus ataduras.
Prueba a soltarlo.

Yo soy buen domador.

¿Exámen o control?

Lo siento, no he podido evitarlo, es mundial...


Buen fin de semana a todos!!!!

jueves, 3 de febrero de 2011

Trece

El señorito paseaba por los viñedos a lomos de su caballo negro sin reparar en nada más que en sus propios pensamientos, aquí y allá jornaleros recogían la uva con maestría, rapidez y sutileza.

Amanecía septiembre y el trabajo se repetía como tantos años atrás. Manos descarnadas, riñones doloridos y caras cuarteadas por el sol mezclándose con sudor, sangre y tierra seca, la misma tierra que ese año prometía una cosecha excelente.
Joaquín, el hijo pequeño de Dolores se estrenaba en la vendimia y estaba ilusionado, por fin era alguien importante, llenaba los canastos de mimbre más lentamente que otros chicos de su edad pero con un cariño mamado desde la cuna, “la uva”, le repetía siempre su madre, “es nuestro sustento, hace posible que tengamos un techo donde cobijarnos y alimentos que llevarnos a la boca, no lo olvides nunca hijo mío” , Joaquín era aún un crío, pero no era un tonto, y mimaba los racimos como le habían enseñado.
Ensimismado en su tarea salió hacia las carretas para vaciar su treceavo canasto del día con una sonrisa que le hacía parecer indestructible.

Pero no lo era.

Era sólo un niño, y su cuerpo se quebró con facilidad cuando, por un descuido se metió entre las patas del caballo del señorito; éste, asustado se encabritó y levantó los cuartos delanteros golpeando fuerte en la cabeza al niño, que cayó al suelo sin ruido, con un grito sordo de los compañeros que vieron la escena.

Dolores llegó corriendo por el camino, ahogando el llanto, rezando a cualquier Dios que pudiera devolver el aliento a su hijo. Odio ahogado, cabeza en su vientre, manos en la cara, pero Joaquín no se mueve, los ojillos aún abiertos, su corazón parado y en su rostro una sonrisa, ahora macabra mueca, por entregar su treceavo canasto.

miércoles, 2 de febrero de 2011

Generalidades


Es fatal generalizar, pero el otro día, acompañando a mi jefe en una de sus aventuras acabamos en un taller local, y me dio  por buscar generalidades, no sé si me pasará a mí únicamente, a ver qué opináis.

En estos talleres, huyendo de las salas bien iluminadas y del exquisito trato al cliente que venden las nuevas enseñas de reparación de coches, tipo Norauto o Feu Vert, existen SIEMPRE elementos comunes.
En primer lugar el acceso y aparcamiento cerca de los mismos suele ser bastante complicado, los alrededores de estos talleres parecen algo así como un decorado de alguna peli tipo Mad Max, pero bueno, habiendo conseguido aparcar nos acercamos tranquilos hacia la entrada cuando aparece el primer tópico, el perro.
SIEMPRE hay un perro.
 A veces suelto, a veces con una cadena de unos dieciséis metros, el animal en cuestión suele parecer un pastor alemán o algún tipo raro de mastín, normalmente bastante desmesurado de tamaño, y está en un estado, SIEMPRE, lamentable. El chucho se acerca a husmearnos y es entonces cuando tenemos el primer contacto humano, nada parecido a “buenos días” o “¿en qué puedo ayudarle?” ,alguien, a voz en grito, no se sabe desde qué recóndito lugar del oscuro taller te grita: “No hace nada”, ya, ya sé que hasta hoy no ha hecho nada, pero como le de por hacerlo al animalito…
Superado el primer obstáculo, el perro (que se queda mirándonos de reojillo por si acaso) esperamos como unos cinco minutos en una zona “de nadie” a que venga algún mecánico por lo menos a escucharnos, y al final siempre sale algún chavalote de debajo de algún coche y, limpiándose las manos en el mono, nos escucha sutilmente y nos dice la tan manida frase “eso te lo puedo tener en unos quince días”, es mentira, son como mínimo tres semanas, lo vais a comprobar.
Aceptada por fin la transacción comercial nos dirigiremos con “el encargao” hacia la oficina, siempre al fondo, siempre oscura, no sin antes pasar por las bellas paredes del museo de arte erótico del taller, donde aparecen chicas de todas formas y colores, siempre ligerillas de ropa, desgastadas como si llevasen allí cien años aunque ponga claramente “Calendario vecinitas del 2010”. Estas auténticas maravillas del pop-art están fijadas a la pared SIEMPRE con cinta de carrocero, creando un marco singular, que ríete tú del de la Giocconda.
Finalmente en la oficina “el encargao” nos toma nota, primero, por supuesto aparta de un codazo los siete kilos de papel que decoran una mesa muy bien ordenada, y en un trozo de cartón o de servilleta anota, con buena letra, nuestro nombre de pila (¿para qué el apellido?, no puede haber tantos Juanes) y el teléfono, para posibles incidencias.

El caso es que sales de allí con una sensación de familiaridad que hace que te quedes más tranquilo, y al mes y medio, después de alguna llamada para ajustar los términos de la transacción (es que tenías los amortiguadores que no veas), cuando vas a por el coche y abonas la ajustada factura, (yo como tú quieras si te parece mejor lo hacemos sin IVA) increíblemente te quedas satisfecho, todo se ha ceñido al guión, no han sido más que un montón de generalidades.

martes, 1 de febrero de 2011

El olvido

¿Y si las palabras que te escribí acabaran perdiéndose?
¿Y si el árbol que plantamos juntos se secara al fin?
¿Y si no te quedara en la piel ninguna huella de los besos que te di?
¿Y si mi pelo no recordara el fulgor de tus caricias?
¿Y si nuestras mañanas no detuvieran nunca más el tiempo?
¿Y si las doce nunca dieran en ti?
¿Y si acabáramos falseando nuestras sonrisas?
¿Y si el “qué tal” no saliera de dentro?
¿Y si olvidáramos nuestros teléfonos por no llamar nunca?
¿Y si nuestro tren no volviera a pasar?
¿Y si la bajamar lavara nuestros abrazos?
¿Y si la muerte no se acordara de mi?

Pianista

Sentado al piano, con la memoria ajada y los dedos entumecidos, empezaba otra jornada. El sabor del coñac le dejaba ese regusto por la libertad que siempre impulsó su ánimo, le traía vientos de París, del barrio latino, y del Café de Flore, de sus primeros días frente al público, tras el piano, dando marco a encuentros furtivos, despedidas, abrazos, homenajes.
Otra vez la misma melodía, Claro de luna,  con la que empezaba su jornada desde hacía más de treinta años, músico de diario, sin pretensiones, mas que ambientar estados de ánimo. Los clientes a veces le pedían fragmentos, no de piano, sino de sus vidas, en sus ojos se veía la nostalgia por volver a vivir en sus recuerdos, transportados por las notas que arrancaba, lentas, de aquel viejo Steinway. A él le agradaba, era como poseer una pequeña máquina del tiempo, en la que se pudieran seleccionar instantes dulces, pasarlos por la criba del corazón.
Tarde tras tarde llegaba puntual, tocaba de siete a once con quince minutos de descanso que aprovechaba para tomar su coñac y fumar, siempre tabaco negro, rutina, oración, presente.
No sabía hacer nada más, su vida siempre fue por y para la música, por y para sus oyentes, terapeuta de salud frágil y ojos enrojecidos. Sigue tocando, se decía, es lo que te hace sentir vivo, sigue tocando.