jueves, 11 de noviembre de 2010

Rugby

Tengo un gran amigo que me explicaba ayer la regla fundamental de este deporte, y es muy didáctica; en el rugby, cuando te caes al suelo por un golpe, un placaje o simplemente de agotamiento solamente tienes dos opciones, en ese momento, en el suelo, dolorido, sin aire, casi extenuado no cuenta de dónde vienes, hacia dónde vas, cuánto dinero tienes, si tu casa es mejor o peor, si tu novia es más espectacular o menos, cuántos amigo te adoran y cuan majos son, ni cuenta tu estado de ánimo… en ese momento, con la compañía única del sordo dolor en tus pulmones tienes dos opciones, sencillas, casi cómicas, pero que engloban una descomunal verdad universal… seguir ahí tirado, o ponerte de pie y seguir corriendo.,

No busquéis más, esto resume la vida en una llana bifurcación.


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Mejor en prosa...

-No me gustan nada esas gafas de sol que te has comprado.

-De verdad que eres la bomba, sabes que llevaba tiempo queriendo comprarme unas y ahora me sales con esto, tampoco lo tengo fácil porque todas las que me probaba me quedaban muy anchas, tengo la cara fina…. ¿por qué no te gustan?

-No sólo es que no me gusten, es que las detesto.

-Ya estás otra vez con tu filosofía barata, déjate de tonterías y dime cuál es el problema ¿me quedan grandes?

-No sé

-Como siempre escurriendo el bulto, primero tiras la piedra y luego escondes la mano, últimamente no te entiendo, es igual que lo de mi madre….

-¿Tu madre?

-De un tiempo a esta parte criticas todo lo que sale de su boca, ellos siempre nos han ayudado, desde el primer día y ahora parece que hasta su presencia te molesta…. ¿y lo que nos han apoyado con el niño?

-No sé de que hablas, a mi tus padres me caen fenomenal

-Sí, por eso llevamos casi tres meses sin verles, casi nunca quieres ir a comer allí, y cuando nos visitan se te pone tu habitual cara de acelga…. Recuerda quién nos avaló para la compra de este piso...

-Se te va la olla.

-Eso, sigue echando balones fuera, ahora se me va la olla, cuando te quedas sin argumentos siempre vas a lo personal, joder , esto es lo que menos me gusta de ti, esa insoportable pachorra mezclada con un toque de indiferencia, la que has liado por las malditas gafas….

-No me gusta oírte hablar así, si me dejas explicarme…

-¡Explicar el qué!, por qué tienes la sensibilidad de una acelga o como hacer que una se sienta una piltrafa en seis frases...

-Explicarte el por qué de que no me gusten tus gafas…

-Pues por el placer de la crítica, porque no sabes como hacerme saltar o porque te aburrías y…

- Te tapan los ojos

-¿Qué?

-No me gustan porque te tapan los ojos, nada que pueda hacer eso contigo merece mi comprensión ni mi indulto, es por lo que las estoy rompiendo ahora mismo, para evitar que cometas un crimen mayor, que te las pongas de nuevo…

-Pero…

-No hay peros que valgan, necesito seguir viendo, día tras día, esos ojos que me rescataron hace tiempo de mi extraña vida de acelga y mi filosofía barata, y que hoy me hacen querer ser mejor persona.

- yo…






martes, 9 de noviembre de 2010

Resucitando....

Todo el fantástico mundo de caramelo que me vendieron en mi adolescencia (entre actuación y actuación de AC/DC o de los Barones) se está desmoronando, hay una brutal epidemia de separaciones, de despropósitos, de rupturas traumáticas, crónicas de muertes anunciadas... no lo entiendo, claro que puedo teorizar sobre que actualmente nadie aguanta mucho a nadie, que todos hemos ganado independencia económica y no es necesario compartir tu vida con alguien si no te llena, pero esto ya lo habéis oído mil veces... me gustaría ir más lejos, me gustaría hablar sobre la felicidad. Escuché a alguien decir que la felicidad era esa señorita espléndida que viaja contigo en el mismo compartimento de tren, con tu mismo destino, y que, justo cuando reúnes fuerzas para saludarle desaparece como si nunca hubiese estado allí, como mucho deja su perfume, que tiempo después te recuerda que estuvo, aunque no sabes cuándo ni cuánto. Quizás estamos demasiado obsesionados con la búsqueda de la felicidad como fin y no disfrutamos del camino que puede llevarnos a ella, y este camino es mucho más fácil de buscar entre dos, no nos engañemos... por supuesto que habrá veces que surjan dudas sobre por dónde torcer, si avanzar por la playa o por el monte, incluso de cuándo parar a descansar y de qué tipo de vino llevar a casa de nuestros anfitriones... pero ¿seguro que estas diatribas, aún juntándolas en cantidad, pueden hacer necesario que merezca la pena seguir avanzando solo? no lo tengo nada claro.
Lamentablemente me ha tocado estar en varias situaciones a lo largo de mi vida, creo que más o menos he seguido el camino correcto, pero también estoy convencido de que ha sido mucho más ameno compartir la carga de mi mochila, hoy convertida en bagaje; por el momento disfruto de nuevo del frescor que me entrega el viento en mi cara, rápido por avanzar en soledad, pero sé que tarde o temprano alguien estará esperando para caminar junto a mi, y yo volveré por la senda de Ulises en su camino a Itaca.
Pero a mi alrededor, el mundo de caramelo se sigue desmoronando, niños de por medio, llantos sin consuelo, meteduras de pata, ¿qué está pasando?, ¿es tan difícil disfrutar de la compañía de la señorita del tren, por imperfecta que sea? si alguien tiene la respuesta que me lo diga, mi número de teléfono está grabado con una navaja en el próximo árbol que encuentres en tu camino.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Carta desde mi celda

El abismo al que me condena tu perturbadora ausencia se hace más angosto cuantos más días pasan sin noticias de ti, lo que debería ser bálsamo reparador se convierte en filo cortante, el papel de una carta nunca escrita, de las cosas que nunca te dije. Me entretengo fabricando pequeñas quimeras, elucubrando sobre cómo sería una tarde de Abril junto a ti, por fin libres, visualizando estelas en tu pelo, bebiendo de tu recuerdo, regando mis marchitos anhelos, temblando ante ti como cuando teníamos quince años.

Esta celda no me ata, sigo teniéndote porque un día te tuve, y te aseguro que volveré a tenerte; cuento las grietas de los ladrillos esperando que alguna combinación esotérica de números abra la cerradura de mi prisión, bailo al son de las gotas de lluvia imitando nuestro último baile en Madrid, frente a los neones de la Gran Vía, bajo un manto negro de sudor y suciedad, radiantes.

Tengo claras dos cosas, la primera; quiero seguir vivo, me esfuerzo en no provocar conflictos inútiles que pudieran terminar en tragedia, cuido mi envoltorio en la medida de lo posible, camino, me muevo, estiro, no quiero marchitarme, igual alimento mi psique, leo a Descartes, a Platón y a Pérez Reverte, juego a las damas con el de la 608 y espero sin desesperar. Mi segundo compromiso es para cuando salga, volveré a buscarte, ten esto claro, no me va a parar ninguna frontera artificial, ningún matrimonio de conveniencia, sé que tú eres mil veces más tú conmigo, te encontraré.

Y así entre noches y días, entre tardes y amaneceres mi espíritu se fortalece, es un día más de vida, es un metro más que le recortamos al abismo, al abismo al que me condena tu perturbadora ausencia.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Bocadillos de foie-gras

Es verdad, no muchas, pero ya peinamos alguna cana, y hoy, de viernes nostálgico pre-mudanza he recordado algunos de los mejores momentos de mi vida, y lo curioso es que en todos ellos no medía más de 1,50…

Las tardes se hacían eternas a principios de verano, el colegio había terminado y el mundo, aunque limitado por las cuatro manzanas contiguas a mi casa, aparecía ante nuestros ojos como un vasto océano por descubrir, recuerdo las rodillas y los codos negros de jugar en la arena a las chapas, las canicas, la peonza y mil juegos más, recuerdo los timbrazos al telefonillo y los rancios…”¿bajas?”, no había formulismos, ni cortesía y mucho menos protocolo, ese ¿bajas? significaba que empezaba la aventura… jugábamos al rescate, al fútbol, a churro va,  al encierro, a carreras de bicis, al despiste, a tulipán,  a bote botero, al escondite; inglés o normal… nunca nos agotábamos. En el intermedio el bocata de foie-gras, de pan con chocolate o de cualquier cosa que aplacaba un hambre voraz, y cuando caía la noche era el turno de algún juego de mesa en el pasadizo, de las cartas, emulando a nuestro mayores o de las historias de terror contadas por Quique, el mejor de los narradores.

Así se pasaba la infancia en un barrio de una pequeña ciudad dormitorio cerca de Madrid, así la recuerdo y la engrandezco, cuando por aquel entonces no éramos ni mínimamente conscientes de lo que se nos venía encima, el mundo de los mayores no me gusta, como a Saint-Exupéry :”las personas adultas me siguen pareciendo bastante extrañas”, y yo sigo sin acostumbrarme a mi condición de “mayor” lo siento, no puedo.

Os dejo un pedacito de mi infancia en vuestros tinteros para que vosotros mismos reflexionéis sobre la felicidad, la que ahora nos cuesta apenas probar y que en aquellos tiempos nos comíamos, cada tarde, a bocados.

“A los mayores les gustan las cifras. Cuando se les habla de un nuevo amigo, jamás preguntan sobre lo esencial del mismo. Nunca se les ocurre preguntar: “¿Qué tono tiene su voz? ¿Qué juegos prefiere? ¿Le gusta coleccionar mariposas?” Pero en cambio preguntan: “¿Qué edad tiene? ¿Cuántos hermanos? ¿Cuánto pesa? ¿Cuánto gana su padre?” Solamente con estos detalles creen conocerle.” El principito. (Antoine de Saint-Exupéry)



jueves, 4 de noviembre de 2010

La peor profesión del mundo, exnovia de letrista famoso

Sin duda es la peor profesión del mundo... me explico; si partimos de la base que algunas de las composiciones de los más afamados letristas de este país son autobiográficas, entiendo que en algún momento de sus vidas estos genios debieron de referirse a alguien con piel y nombre cuando escribían cosas como: "Y de tu cariño, de tu amor, de tu alegría, de tu calor de vida mía de te quiero tanto, al final de todo lo que me quedó es la canción que estoy cantando" (Fito) o como parafraseando al gran Sabina "Ahora es demasiado tarde, princesa, búscate otro perro que te ladre princesa". Es evidente que estas chicas, si existen, no ganan para psicoterapeutas, porque cada vez que escuchen estas letras se sentirán ofendidas, desarmadas, tal vez hasta con razón...
Capítulo aparte merece como siempre el gran Manolo García... de él poco o nada se conoce de su vida privada, pero yo me permito fantasear viendo marchitarse a alguna de sus exconquistas oyendo cosas como "dame mi alma y déjame en paz, quiero intentar no volver a caer..." o como "a quién tanto querido le escribo, ya no peino tu pelo, son los dedos del viento..." es el que lo hace con mejor estilo, más finamente, ensalza pero hiere a la vez...es brillante.
Chicas, pensároslo muy bien antes de cortar con alguno de estos parias, ya que no sabéis la cruz con la que podéis cargar el resto de vuestros días.....
--Se aceptan sugerencias y comentarios sobre letristas despechados, por favor añadir tema y autor, soy un poco morboso...je,je--

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Historia de náufragos

"En febrero de 2003, el pesquero gallego Naboeiro navegaba a 120 millas al sur de Gran Canaria. El patrón divisó un "bulto extraño". Fue una causalidad. El día estaba flojo y habían decidido ir a faenar a una zona que no era la habitual. Enfocó con los prismáticos y vio una patera con varias personas que parecían casi muertas. El patrón avisó a la radio costera, que notificó el hallazgo a Salvamento Marítimo. Se trataba de un grupo de 18 inmigrantes que llevaban 14 días a la deriva, según el relato de un superviviente. Hacía una semana que ya no tenían agua ni nada que comer. El equipo de rescate salvó a los seis inmigrantes que quedaban en la patera, los otros 12 habían sido echados al mar según iban muriendo. El primer guardia civil que bajó hasta la chalupa descubrió que los náufragos habían roído los bordes de la barca para chupar la madera e intentar calmar la sed. La doctora que descendió del helicóptero para atenderlos pensó que había llegado "a un túnel en penumbra". Los náufragos estaban tirados en el suelo, encogidos bajo las mantas o recostados contra la pared. No se sabía dónde terminaba el cuerpo de uno y empezaba el de otro. Sus miradas eran de terror, de desconfianza." El Pais Digital

No puedo ni imaginar, y mucho menos opinar, sobre las motivaciones que pueden llevar a alguien a tomar la determinación de abandonarlo todo para embarcarse en un trozo de madera rumbo a ninguna parte, pero si me gustaría dejaros esta reflexión: la próxima vez que os crucéis con uno de ellos pensad si es alguno de los que mordió los bordes de su barca para calmar la sed, de los que tuvieron que arrojar por la borda a amigos, hermanos, padres muertos de hambre, si la mirada que ahora le acompaña de terror y desconfianza se grabó en su cara aquel día en el que tuvo elegir entre vida o muerte.

Creo que cuando desde nuestros bares a la tarde hablamos de valor, de determinación, de afrontar la vida como te viene, de superar obstáculos, no tenemos todas las varas de medir, sólo tenemos las nuestras, quizás sopesando otras cambiaría nuestro discurso, no sé, sólo es una historia más, otra historia de náufragos...