martes, 11 de septiembre de 2012

Luto


Un aumento y un refugio. Alivio de luto, aceitunas y dos pequeños cascabeles.

Si me soplas me enciendo, vacíame y te lleno de besos, acaricia mi alma aunque pinche, no sangrarás; y cuando deshagas tu trenza a la luz de un pequeño farol y me incendies la bilis piensa que quizás hoy fuimos eternos. Nadie camina ya a mi encuentro y nadie rezará en tu tumba, descuida, vuelve sobre tus pasos y sincérate con ellos, el intercambio te vendrá bien, es como una especie de confesión. Si sudas te lo mereces, si tiemblas es tu condena.

El desenlace, como en los malos culebrones, está cerca, y posiblemente deje a más de uno indiferente: ¿y así acaba?

Sí señora, esto no es una película de la Metro, es el mundo real, en el que cada día mueren bebés con una semana, hay amores no correspondidos  y los médicos dan plazos, no para lo que queda de vida, si no para lo que tienes que esperar a la muerte.

Tango, sostén y marismas, cinceles y despojos cubriéndolo todo.

Contemplo asombrado mis manos. ¿Desde cuándo no soy yo quien las controla?

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