martes, 29 de mayo de 2012

Mi tierra prestada


En esta tierra se desayunan tostadas con café, se inhala el olor de la mar desde temprano y en ocasiones, el asfalto huele a fresa. Cuando cae el sol los domingos, tarde, el vientecillo del atlántico arremolina cantares y se juntan las familias en torno a un buen vino del condado, y se corta jamón. La gente no va acelererada  porque tienen claro que así, aunque llegues antes, te pierdes el camino, se abrazan con frecuencia, aquí no da miedo tocar, porque en esta tierra los pinos besan la mar y retozan entre dunas. Esto es Semana Santa y  Virgen del Rocío, son fuertes raíces, ojos negros, habitas enzapatás y gamba blanca, rebujitos y monte bajo. Aquí hay marisma y enebro, clavel y azahar, barro y copla. Me cuentan que cuesta alejarse de aquí, que cuando uno se va siempre vuelve, y yo, que corté el cordón umbilical de mis raíces hace años y que dinamito la tierra por la que piso doy fe de lo que me dicen e incluso como ahora, adoptado de profesión, cuando me descalzo en Madrid echo en falta ese soplar del cosquilleo de la arena…


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