jueves, 13 de enero de 2011

Ojos verdes

Llevaba tanto tiempo buscando alguien para dedicarle “ojos de gata” y resulta que ese alguien lleva aquí toda mi vida, a mi lado.
Yo no creo que necesites ayuda, tú eres la ayuda, en toda la universalidad del término, la fuerza, el coraje, la femineidad, la belleza, el matriarcado, las lágrimas, el afecto, el amor, eres todo eso y bastante más, no obstante y si por algún casual me equivoco y te viene bien un abrazo, por ahí estaré para dártelo, siempre.
Nos cuesta tanto expresar sentimientos hacia los miembros de este extraño clan que formamos que nunca te he dicho que te quiero, que en las podredumbres de mi adolescencia te veía como una especie de Artemisa, y ahora me doy cuenta de que no eres más que una mujer, maravillosa pero solamente una mujer, asustada, temerosa y desafiante ante un futuro que no es para ti del todo incierto, sigo por ahí, tenlo en cuenta.
Cuando pase la tormenta, que pasará, no permitas que toda su furia se lleve tu sonrisa, pequeña, tímida, inconclusa.
Me gustaría poder hacer más cosas, colocarte allí donde creo que te mereces, pero lo único que puedo hacer por ti es escribir estas líneas, a sabiendas que tarde o temprano, un día, las leerás, y esperar que te reconforten un poco, que te den algo de abrigo para el frío que se avecina.
A mi, saber que estás ahí, siempre me ha venido bien, aunque nunca te lo haya dicho.
Ya sabes, estoy por ahí.

miércoles, 12 de enero de 2011

Sueños

Cayendo veo que te sueño, y a tu imagen me agarro, desciendo una pradera verde, seductora, que se desmiga bajo mis pies y continúo bajando. Entre versos de Neruda te sorprendo con poca ropa, casi helada y recorro el candor de tus mejillas mientras me susurras: “no soy yo…” yo sé que sí lo eres, siempre y nunca tú. Estoy cansado y corro para aliviar el dolor de mis pulmones, los mismos que se llenan de tierra para gritar que pares, necesito esperarte mientras agonizo, fraudulento, en un mar de convencimientos plenos. Llevo mil años persiguiéndote, intentando darte caza, eres para mis flechas un jabalí rabioso, la quimera que no logro atrapar, pero no dejo de tirar los dados, quién sabe si entre los fiordos, varada, al fin caerás en mis redes.
Volando sueño que te veo, y el tiempo se diluye entre los escombros de mi prisa, me escondo de ti, no respiro, dejo que mi corazón estalle, mezclado entre las sombras del hombre que hace un siglo fui, no lo entiendo, el cazador cazado, otra vez.

martes, 11 de enero de 2011

Mi ranking

Yo soy de ranking, de toda la vida.
Ahora resulta que Flo me anima a seguir haciéndolos, así que yo, fiel a mi línea, he estado haciendo un ranking con los diez  mejores momentos de mi vida, y me cuesta muchísimo elegir diez solamente, eso puede significar bien que soy afortunado, bien que no soy muy selectivo con dichos instantes; prefiero elegir la primera opción, reconforta más.
Intentadlo, es divertido, ¿cuál elegiríais el primero? no creáis que es cosa fácil, a mi me ha costado más de un mes seleccionar de todos los archivos de mi memoria diez de esos recuerdos, pero lo bueno es que me ha dado bastante que pensar sobre lo que he hecho a lo largo de mi vida y, mejor aún, sobre lo que me queda por hacer.
Voy a hacer otra lista, con las diez experiencias memorables que me gustaría vivir los próximos treinta y cuatro años, y por qué no, voy a esforzarme por hacerlos realidad. Son buenos propósitos para un año que empieza, son buenos propósitos para un supuesto ecuador vital.
Es mi manera de decirme, no te rindas, sigue adelante, los buenos tiempos siempre están por venir.
¿Qué fotografías están en mi ranking? eso, por supuesto, lo guardo bajo siete llaves, son mis descargas favoritas, puedo bajármelas siempre que lo desee y revivirlas en mis sueños en cualquier momento.
No es malo tener algún secretillo que otro.
¿Qué opináis?

lunes, 10 de enero de 2011

Llega tarde

Llega tarde.
Son las seis y veinte, en la estación hay muy poca gente, el día fuera es de perros; oscuro, frío y lluvioso.
La luz es, piensa, demasiado blanca, ese tipo de iluminación de quirófano y de algunas oficinas, demasiado blanca, parece querer radiografiarte por dentro, no deja el más mínimo resquicio a la imaginación. En un cartel indicador se anuncia la llegada de los próximos trenes.
 Una pareja de unos treinta y cinco acaba de llegar y ahora espera, y lo hace mirando el reloj, originalidad en estado puro. A su lado dos chiquillos se besan como si se les acabase la vida, él apoyado contra el cristal de un local vacío por los efectos de la crisis, ella, con los pantalones caídos, la mochila de medio lado y los brazos alrededor de su héroe, quizás mañana su villano.
Llega tarde.
Al fondo aparece un vigilante de seguridad bien afeitado, firme, de esos que no parecen estar sufriendo una lenta agonía con cada hora que pasa, éste incluso saluda amigable a los viajeros que cruzan la barrera. Se abre una puerta lateral y tras ella el taquillero, es muy pequeño, se junta con el vigilante y se acercan a una máquina expendedora de billetes, qué extraño dúo, parecen sacados de una de esas ferias antiguas, en las que los vendedores de crecepelo se mezclaban con las mujeres barbudas, pasen y vean, el punto y la i.
Llega tarde.
La pareja de treinta y cinco por fin deja de esperar, llega otra pareja cortada por el mismo patrón y se dirigen a la taquilla, el vigilante, siempre sonriendo, les indica que usen la máquina expendedora que queda libre, me cae bien ese tipo, definitivamente. Los chiquillos ahora están sentados, hablan de no sé qué, él relajado, ella cuidando sus posturas, sus gestos, sus caricias, sinfonía de seducción. Una mujer pasa como alma que  lleva el diablo, parece que perdiera su juventud más que un simple tren, en su carrera deja caer el paraguas, y por supuesto, nuestro vigilante está al quite para atrapar a la señora antes de que baje las escaleras mecánicas.
Silencio, todos vuelven a sus puestos, el taquillero tras el cristal, los chavales a sus besos, el vigilante a su vigilia, y yo a lo mío, a constatar que de nuevo llega tarde.
Las siete menos diez, está al final de la avenida, corriendo, riendo, lanzando una mirada de “lo siento”, ya conozco ese truco, pero conmigo no le hace falta.
Llega tarde.
Pero llega.

viernes, 7 de enero de 2011

Fe

Navegamos hacia otros mundos, coloreados de rojo, salpicados con tonos violetas, pespunteados de arco iris, ignorando las flechas que nos lanzan, saltando entre los que intentan mordernos, burlándonos de los incrédulos. Te ayudo a vadear el río de tu reticencia, mientras tú cortas jirones de mi pasado, formando con ellos un hermoso cuadro, nuevo. ¿Crees en mí? hazlo, no te arrepentirás, puedo darte más de lo que soñaste que te prometían, pero ojo, el borde del precipicio está muy cerca, y el mismo viento en la cara que hoy te hace sentir libre, mañana podría empujarte hacia el abismo, y mientras cayéramos serían nuestras siluetas las que, brazos en jarras, se estarían tronchando de risa, ahí van otra vez, parece que nunca aprenden. De momento el viento no nos empuja hacia ningún abismo, más bien hace que nos juntemos algo más, desesperados, silbando al pasear, escuchando nuestros propios pasos, rezando porque las horas sean minutos. Yo creo en ti, es un extraño vicio, siempre creo en ti, creo más en ti que tú misma,  aunque no encuentre manera de hacer que lo entiendas, voy a seguir creyendo, porque mi fe en ti mueve montañas. Es una fe valiente, alocada y un poco testaruda, pero fe al fin y al cabo. Es la fe que iza nuestras velas, la que hace virar nuestro rumbo siempre adelante.
Es la fe que solo la piel puede rubricar, el despertar temprano, tu pecho en calma.

miércoles, 5 de enero de 2011

Alicia

Vivimos, como Alicia, en el maravilloso mundo de la queja, es el deporte nacional, superando con creces a la envidia y a la hipocresía, aunque siendo heredera directa de ambas.
No puedo evitarlo pero es una de las pocas cosas que me saca de mis casillas, en el momento en el que estoy atento a mi alrededor la mayoría de argumentos que me llegan son en esta línea; si no es por el clima, es por el gobierno, por supuesto, la crisis, el tema del tabaco, la educación, los jóvenes (toma ya)… esta sociedad está demasiado acostumbrada a tirar balones fuera.
Deberíamos crear una especie de medidor de quejas, es decir, tendríamos que ganarnos el derecho a quejarnos, es sencillo, ¿usted hace todo lo que está en su mano para tener más y mejor trabajo? ¿Aporta algo a su entorno? ¿Es constructivo en su crítica? .Lo curioso es que a los que sí cumplen todos estos preceptos les oigo muy poco quejarse, es evidente, no tienen tiempo, están intentando CRECER, sin embargo en el corrillo de las plañideras siguen estando los que ahora hablan de Zapatero, antes de Aznar, antes de González, y por supuesto entre medias de que hace tanto que no llueve, ahora llueve demasiado, ayer ha entrado el Euro, ahora no nos dejan ni fumar. Basta ya, por Dios!!!

Tendríamos que emprender una cruzada contra la queja, empiezo conmigo mismo, ya que, a través de esta entrada, no hago más que quejarme de los que se quejan, bendita paradoja. Empleemos el veinte por ciento del tiempo que usamos en quejarnos en hacer algo productivo, desde contar un chiste hasta pasar la aspiradora en casa, pasando por ayudar a un amigo en apuros, dejar un poco de sal a esa vecina impresionante o tomar un café con nuestro padre, los que tengamos aún el privilegio de poder hacerlo.

Esta es mi modesta receta contra los males de 2011.

martes, 4 de enero de 2011

Dos de Enero

La misma hora, el mismo vagón, los mismos parroquianos. Año nuevo, será para otros.
La misma mirada perdida reflejada en el cristal de estación en estación, la misma mezcla de olores, cerrado, humedad, sudor, colonia exagerada, el mismo traqueteo que adormece, las mismas cabezadas matutinas.
En procesión avanzando hacia las escaleras mecánicas, borregos, cuatro tramos, uno, dos… acabar los informes pendientes, llamar a los morosos, comprobar el cargo de la visa, tres…, bonito abrigo, ¿cuánto costará? , este mes no puedo permitírmelo, quizás al que viene… y cuatro.
Estoy fuera, dos de Enero, precioso, gris y ruidoso día.
Café cortado, sacarina, el Real Madrid ganó ayer tres cero al levante, se ha prohibido fumar en los bares, claro, ya notaba esto más vacío, joder, qué sueño, ni todo el café del mundo me quitaría la apatía de volver al mismo pozo de siempre, al menos tengo pozo, consuelo del tonto.
La veo al final de la barra, ha estado ahí muchos días, creo recordar, no es especialmente guapa, ni especialmente alta, ni muy atractiva, no parece derrochar felicidad, lo que sí sé es que es otro alma solitaria, nuestras miradas se encuentran, por segundos, y me sonríe.
Acabar los informes pendientes, llamar a los morosos, ¿cómo se llamará?, comprobar el cargo de la visa…. ¿vendrá mañana?