miércoles, 5 de enero de 2011

Alicia

Vivimos, como Alicia, en el maravilloso mundo de la queja, es el deporte nacional, superando con creces a la envidia y a la hipocresía, aunque siendo heredera directa de ambas.
No puedo evitarlo pero es una de las pocas cosas que me saca de mis casillas, en el momento en el que estoy atento a mi alrededor la mayoría de argumentos que me llegan son en esta línea; si no es por el clima, es por el gobierno, por supuesto, la crisis, el tema del tabaco, la educación, los jóvenes (toma ya)… esta sociedad está demasiado acostumbrada a tirar balones fuera.
Deberíamos crear una especie de medidor de quejas, es decir, tendríamos que ganarnos el derecho a quejarnos, es sencillo, ¿usted hace todo lo que está en su mano para tener más y mejor trabajo? ¿Aporta algo a su entorno? ¿Es constructivo en su crítica? .Lo curioso es que a los que sí cumplen todos estos preceptos les oigo muy poco quejarse, es evidente, no tienen tiempo, están intentando CRECER, sin embargo en el corrillo de las plañideras siguen estando los que ahora hablan de Zapatero, antes de Aznar, antes de González, y por supuesto entre medias de que hace tanto que no llueve, ahora llueve demasiado, ayer ha entrado el Euro, ahora no nos dejan ni fumar. Basta ya, por Dios!!!

Tendríamos que emprender una cruzada contra la queja, empiezo conmigo mismo, ya que, a través de esta entrada, no hago más que quejarme de los que se quejan, bendita paradoja. Empleemos el veinte por ciento del tiempo que usamos en quejarnos en hacer algo productivo, desde contar un chiste hasta pasar la aspiradora en casa, pasando por ayudar a un amigo en apuros, dejar un poco de sal a esa vecina impresionante o tomar un café con nuestro padre, los que tengamos aún el privilegio de poder hacerlo.

Esta es mi modesta receta contra los males de 2011.

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