martes, 4 de enero de 2011

Dos de Enero

La misma hora, el mismo vagón, los mismos parroquianos. Año nuevo, será para otros.
La misma mirada perdida reflejada en el cristal de estación en estación, la misma mezcla de olores, cerrado, humedad, sudor, colonia exagerada, el mismo traqueteo que adormece, las mismas cabezadas matutinas.
En procesión avanzando hacia las escaleras mecánicas, borregos, cuatro tramos, uno, dos… acabar los informes pendientes, llamar a los morosos, comprobar el cargo de la visa, tres…, bonito abrigo, ¿cuánto costará? , este mes no puedo permitírmelo, quizás al que viene… y cuatro.
Estoy fuera, dos de Enero, precioso, gris y ruidoso día.
Café cortado, sacarina, el Real Madrid ganó ayer tres cero al levante, se ha prohibido fumar en los bares, claro, ya notaba esto más vacío, joder, qué sueño, ni todo el café del mundo me quitaría la apatía de volver al mismo pozo de siempre, al menos tengo pozo, consuelo del tonto.
La veo al final de la barra, ha estado ahí muchos días, creo recordar, no es especialmente guapa, ni especialmente alta, ni muy atractiva, no parece derrochar felicidad, lo que sí sé es que es otro alma solitaria, nuestras miradas se encuentran, por segundos, y me sonríe.
Acabar los informes pendientes, llamar a los morosos, ¿cómo se llamará?, comprobar el cargo de la visa…. ¿vendrá mañana?

1 comentario:

  1. No nos abandonemos en los brazos de la monotonía. Es parte del plan orquestado para sigamos sin levantar la voz, sin protestar. Seres autómatas, incapaces aunque la vida les espere al final de la barra de un bar.

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