miércoles, 17 de noviembre de 2010

Los días ¡plof!

Se conjugan los planetas y te amanece el típico día tontorrón, suele empezar con un despiste, vas a abrir el grifo de la bañera pensando que el agua saldrá por abajo y se va a ir calentando y te sorprende saliendo por la ducha y dándote un soponcio de frío por el cogote…empezamos bien. Normalmente en estos días te das cuenta que no te quedan calcetines emparejados y acabas poniéndote una pareja “al menos similar”, por desgracia te quedas sin café y el bar cerca del trabajo donde a veces extingues el mono de cafeína está “cerrado por defunción”, joder, casualidad tras casualidad. Después de andar tres manzanas entras en la oficina, qué bien, vuelta a la rutina…no tanto, la calefacción se ha averiado, venga, esto no puede acabar con tus ánimos, desempolvas la bufanda que está tras los archivadores de clientes antiguos y te la pones, sin recordar tu alergia al polvo…madre mía qué espectáculo. Pasa la mañana sin pena ni gloria, el windows suele colgarse más que nunca y no recibes muchas llamadas, será la crisis, o el día tonto, quién sabe. Vuelves a casa sobre las ocho, por supuesto ha empezado a llover, y al entrar en el garaje por culpa de la lluvia que empapa los cristales vuelves a arañar el mismo lateral del coche que tardaste cinco meses en reparar, parte de seguro correspondiente de por medio. Estás en casa, por fin en casa, vas a llegar y tomarte un vinito y fumarte un cigarro con esa tranquilidad que solamente puede proporcionarte el fin de un día de trabajo bien hecho, claro, siempre que no te hayas dejado las llaves puestas por dentro… dos horitas más, cerrajero de urgencia y doscientos cincuenta euros del ala completan una jornada memorable, bueno, al menos ahora sí , ese cigarrito… mierda, sin tabaco, tres manzanas más, calado en cuerpo y alma regresas al refugio, y mientras maldices a la diosa fortuna por haberte regalado semejante despropósito de día recibes una llamada…una última llamada.

De esa persona que, con cuatro frases, puede convertir tanto infortunio en una riada de sonrisas, no me cuelgues, sigue alegrándome el día, parece que, al final, Dios se ha puesto de mi lado, de nuestro lado, estoy de acuerdo en que la felicidad está dentro de uno y que hay que saber buscarla, pero en un día como hoy no me viene nada mal una ayudita tuya, venga, de verdad, no me cuelgues...sigue vacilando, sigue haciéndome reir, gracias.

2 comentarios:

  1. Gracias por esa última llamada!!!!!

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  2. menos mal que no se a caido la linea de telefono, que si no.....

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