viernes, 15 de abril de 2011

La soledad virtual

La soledad virtual, curiosa sensación.

Uno que ya ha ido saboreando los diferentes apellidos de tan insigne emoción se sorprende esperando una entrada, un síntoma, incluso un silencio. Ahora con internet en el móvil incluso aprovechas un rato en una cafetería para seguir esperando, es una espera rara, por turnos pero indefinida, y cuando al fin ves algo nuevo lo devoras en segundos con esa curiosa virtud de la lectura semiautomática que no sé de quién narices habré heredado. Claro, los atracones no son buenos, y cuando lees un texto, normalmente profundo, tan rápido necesitas hacer una pausa y repasarlo, qué bueno, siempre es bueno.
En ese momento piensas que ya no estás solo, sigues en la misma cafetería, no hay nadie cerca, pero el día cambia sus matices porque has recibido nuevos cristales a través de los cuales contemplarlo, es fuerte, pero efímero.

Tras releerlo por quinta vez intentas quitarte el gusto dulce del instante con un poco más de café. –Ahora uno solo- reclamas, y el sabor amargo te devuelve a tu sitio, a la espera, los cristales pierden su color y se tornan vidrios ahumados, y te abraza otra vez la soledad, la soledad virtual.

Y vuelves a tu vida de autómata y convencionalismos, trabajas, te ríes sin ganas, vas a cenar con los amigos, aparentas cierta estabilidad mental y cuando te preguntan qué tal siempre mientes: “bien, muy bien” justo antes de volver a coger el móvil y seguir mintiendo: “¿qué pasa?” – “nada, nada, estoy viendo si tengo alguna llamada perdida”

No hay comentarios:

Publicar un comentario