lunes, 17 de enero de 2011

La dos torres

Las dos torres moviéndose al unísono no deberían recordarte siempre a una triquiñuela de chavales. Verás, te lo explico:
A mi me transportan a tardes geniales en las que una caja hacía de reloj, una mesa camilla de tablero en torneo internacional y una habitación interior se convertía en nuestro Linares particular. También me recuerdan los días jugando al fútbol entre árboles hirientes, las partidas de estratego, incluso, si me apuras, algún “me voy Manolo el maleta”, a ver si sabes cómo terminaba. Si hago memoria hasta alguna negociación imposible para tu liberación estival, yo siempre buen político, tú rezando y a la espera, astuto. Me acuerdo también de lo que admiré tu tesón, tu genio y tu ingenio, y de aquel enorme dibujo de la catedral de Florencia que hizo que ganaras un concurso más ¿y cuántos fueron?
En silencio, yo, rey de las maneras, siempre te respetaba, veía encomiable tu tesón y sabía que, aún con una situación personal difícil, llegaría lejos en la vida, no había más que verte probar todas mis cintas en tu ordenador para concluir que serías grande.

Hoy tengo claro que no me equivocaba, tras verte vuelvo a sentir el mismo respeto, la misma afinidad y el mismo cariño que te tuve casi en el instante en que me preguntaste, hace más de 25 años, si jugaba a no sé qué.

No sé por qué nunca he hecho el esfuerzo de vernos más porque sigues siendo uno de mis Top Ten particular, quizás no sea tarde para mi, para nosotros.

Dos torres moviéndose al unísono, como te decía arriba, no siempre tienen que significar engaño o traición, a veces son analogías efímeras; representaciones de dos amigos avanzando juntos hacia el futuro, como en aquellos días de verano.

1 comentario:

  1. Me voy Manolo el maleta... inolvidable....
    Gracias de corazón

    ResponderEliminar