miércoles, 2 de febrero de 2011

Generalidades


Es fatal generalizar, pero el otro día, acompañando a mi jefe en una de sus aventuras acabamos en un taller local, y me dio  por buscar generalidades, no sé si me pasará a mí únicamente, a ver qué opináis.

En estos talleres, huyendo de las salas bien iluminadas y del exquisito trato al cliente que venden las nuevas enseñas de reparación de coches, tipo Norauto o Feu Vert, existen SIEMPRE elementos comunes.
En primer lugar el acceso y aparcamiento cerca de los mismos suele ser bastante complicado, los alrededores de estos talleres parecen algo así como un decorado de alguna peli tipo Mad Max, pero bueno, habiendo conseguido aparcar nos acercamos tranquilos hacia la entrada cuando aparece el primer tópico, el perro.
SIEMPRE hay un perro.
 A veces suelto, a veces con una cadena de unos dieciséis metros, el animal en cuestión suele parecer un pastor alemán o algún tipo raro de mastín, normalmente bastante desmesurado de tamaño, y está en un estado, SIEMPRE, lamentable. El chucho se acerca a husmearnos y es entonces cuando tenemos el primer contacto humano, nada parecido a “buenos días” o “¿en qué puedo ayudarle?” ,alguien, a voz en grito, no se sabe desde qué recóndito lugar del oscuro taller te grita: “No hace nada”, ya, ya sé que hasta hoy no ha hecho nada, pero como le de por hacerlo al animalito…
Superado el primer obstáculo, el perro (que se queda mirándonos de reojillo por si acaso) esperamos como unos cinco minutos en una zona “de nadie” a que venga algún mecánico por lo menos a escucharnos, y al final siempre sale algún chavalote de debajo de algún coche y, limpiándose las manos en el mono, nos escucha sutilmente y nos dice la tan manida frase “eso te lo puedo tener en unos quince días”, es mentira, son como mínimo tres semanas, lo vais a comprobar.
Aceptada por fin la transacción comercial nos dirigiremos con “el encargao” hacia la oficina, siempre al fondo, siempre oscura, no sin antes pasar por las bellas paredes del museo de arte erótico del taller, donde aparecen chicas de todas formas y colores, siempre ligerillas de ropa, desgastadas como si llevasen allí cien años aunque ponga claramente “Calendario vecinitas del 2010”. Estas auténticas maravillas del pop-art están fijadas a la pared SIEMPRE con cinta de carrocero, creando un marco singular, que ríete tú del de la Giocconda.
Finalmente en la oficina “el encargao” nos toma nota, primero, por supuesto aparta de un codazo los siete kilos de papel que decoran una mesa muy bien ordenada, y en un trozo de cartón o de servilleta anota, con buena letra, nuestro nombre de pila (¿para qué el apellido?, no puede haber tantos Juanes) y el teléfono, para posibles incidencias.

El caso es que sales de allí con una sensación de familiaridad que hace que te quedes más tranquilo, y al mes y medio, después de alguna llamada para ajustar los términos de la transacción (es que tenías los amortiguadores que no veas), cuando vas a por el coche y abonas la ajustada factura, (yo como tú quieras si te parece mejor lo hacemos sin IVA) increíblemente te quedas satisfecho, todo se ha ceñido al guión, no han sido más que un montón de generalidades.

No hay comentarios:

Publicar un comentario