lunes, 24 de enero de 2011

Fuego

Te lo he explicado un montón de veces, encender un fuego es bastante complicado. Primero necesitas algo que arda, parece sencillo pero no siempre tienes a mano emociones inflamables, a veces están demasiado húmedas o demasiado abrasadas. La chispa es otro cantar, puedes chocar dos piedras, frotar un palo contra otro, o si eres realmente afortunado, encender el mechero que llevas en el bolsillo y del que prácticamente te habías olvidado. Si consigues esos elementos, y además lo has hecho en un sitio resguardado de vientos pasados seguro que tendrás éxito, esa hoguera podrá calentarte una buena temporada, claro está, acércate bien para notar calor, pero no tanto como para quemarte, otra vez.
Sin embargo lo realmente complicado es mantener el fuego durante años, para ello debes trabajar duro, seguir levantándote cada mañana buscando combustible, cuando no los tengas a mano deberás recorrer largas distancias para conseguirlo, incluso inventarlo juntando dos o más materiales; sí, amigo, mantener viva la llama también requiere imaginación, más de lo que te crees. Puedes dejar que otras personas se calienten en él siempre y cuando su espíritu sea puro, y simplemente busquen calor, no arrebatarte el fuego. Tendrás que tener en cuenta el clima, ser más constante en invierno, y si quieres algo más imprudente en verano. Vigílalo también por el día, a veces la luz directa del sol puede hacer que no distingas la llama que tú mismo creaste.

Y si, después de tener claro que has hecho todo lo posible, finalmente la llama se extingue, guarda las últimas pavesas, cerca el terreno sobre el que ardió y mantenlo libre de rastrojos, puro, como lo dejó el fuego cuando estaba allí.
Cuida tu hoguera como lo haría un hombre de campo con su terreno de labranza, o un artesano con su creación más preciada.

El mundo no es de los pirómanos, eso puedo asegurártelo.

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